Gracias por haberme leido alguna vez! ♥

 Llegó un momento en el que ya no me dieron ganas de compartir lo que sentía. ¿Para qué, pensé? ¿Para que otros lean mis dolores, mis quilombos, mis noches de insomnio y esas reflexiones a las que llego después de mil vueltas? Ya no quería que mis palabras estuvieran ahí, expuestas a todo el mundo, como si fueran una declaración pública de lo que siento, de lo que me quema por dentro. Así que un día, sin pensarlo demasiado, borré todo. Y volví a escribir solo para mí, en silencio, en las notas de mi WhatsApp.
Porque, ¿sabés qué? Hay veces en las que uno se da cuenta de que escribir es demasiado personal como para andarlo gritando a los cuatro vientos. A veces, la bronca, la tristeza, las cosas que te hacen ruido, no necesitan audiencia. Necesitan salir, claro, pero solo para que vos te entiendas, para que encuentres un poco de paz en medio de todo el caos. Y ahí fue donde me di cuenta de que mis palabras, esas que antes le daba al mundo, ahora solo quería dármelas a mí.
Es raro, ¿no? Porque en algún momento pensé que necesitaba que otros me leyeran, que me entendieran, que alguien me diera un "me gusta" o un comentario que me hiciera sentir que no estaba solo en esto. Pero después entendí que no hacía falta. Que mi verdad, mi historia, mis quilombos, son solo míos. Y que, a veces, escribir para uno mismo es el único consuelo real. Así que me refugié en las notas del celular, en esos textos que ya no buscan aplausos ni respuestas. Escribo ahí y listo, como si lanzara un mensaje en una botella que nunca va a llegar a ninguna orilla.
Escribir en mis notas de WhatsApp se volvió mi lugar seguro. Un lugar donde no hay juicios, no hay opiniones, no hay ojos que te analicen ni dedos que te señalen. Escribo lo que quiero, lo que siento, lo que no me atrevo a decir en voz alta, porque sé que nadie lo va a leer. Y en ese silencio, en esa soledad, mis palabras suenan más sinceras, más mías.
¿Te cuento algo? Cuando dejás de escribir para los demás y empezás a escribir solo para vos, te encontrás de una manera que ni imaginabas. Porque ya no estás pensando en qué van a decir, en quién lo va a ver, en si alguien se va a sentir identificado. Te importa solo lo que te pasa, lo que llevás adentro, lo que tenés que sacar para no reventar. Y ahí, en esas notas de WhatsApp que nadie lee, encuentro una especie de paz. Porque ya no necesito que me entiendan, no necesito que me validen. Me basta con escucharme a mí.
Y sí, a veces tengo ganas de volver a compartirlo, de gritarle al mundo lo que siento, lo que pienso. Pero enseguida me acuerdo de que hay cosas que no necesitan ser vistas para ser reales. No necesito la aprobación de nadie para saber lo que valgo, para entender lo que siento. No hace falta que otro le ponga "me gusta" a lo que sale de mi pecho. Porque si hay algo que aprendí en este tiempo es que las palabras tienen más valor cuando son solo para uno.
Borré mis escritos públicos porque no quiero opiniones, no quiero juicios, no quiero que mi vida sea un libro abierto para cualquiera. Y no porque me cierre, no porque me importe lo que piensen. Sino porque entendí que algunas batallas se pelean mejor en silencio. Que hay dolores, alegrías y quilombos que no necesitan escapar de la pantalla del celular. Y, ¿sabés qué? Me di cuenta de que no estoy solo. Porque cuando escribo solo para mí, me tengo, y eso, a veces es más que suficiente.
Así que ahora escribo mis verdades, mis broncas, mis amores y desamores en las notas de WhatsApp. Escribo como si nadie fuera a leerme, como si nadie pudiera entenderlo. Porque, al final, lo único que importa es lo que me hace bien, lo que me hace sentir vivo. Y si eso significa guardar mis palabras para mí, entonces que así sea. Porque aprendí que no hace falta que otros me lean para saber lo que valgo.

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