Tengo un super poder, se llama llegar tarde a todos lados
Si la impuntualidad fuera un arte, yo tendría una galería. Si fuera un deporte, ya tendría medallas de oro. No importa cuánto me organice, siempre hay algo que se interpone entre mí y la puntualidad: el mate que me tomo sin apuro, la ropa que no me convence, el celular que me atrapa en un scroll infinito.
Salgo con el tiempo justo, creyéndome un genio de la logística, pero en el camino siempre pasa algo: el semáforo que se pone en rojo justo cuando llego, el bondi que se escapa en mi cara, la fila inesperada en el kiosco cuando solo quería cargar la SUBE. Y ahí voy, corriendo con la respiración de un fumador de 40 años, jurando que la próxima vez salgo con tiempo… hasta que la próxima vez llega y hago lo mismo.
Lo peor es que ya nadie me cree cuando digo "estoy en camino". Mi "5 minutitos y llego" en realidad significa 15, y mi "ya casi estoy" es pura ciencia ficción. Pero bueno, el que me quiere, que me espere. Y si no, que se acostumbre: mi superpoder es llegar tarde a todos lados, y lo uso sin culpa.
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