Te vas a arrepentir

Un par de veces le tiré de ir a verla. No era una idea loca, no era una promesa vacía, era ganas de achicar esos 500 km con un par de horas de ruta y un mate en el asiento del acompañante. Pero cada vez que lo mencionaba, me respondía lo mismo: "Te vas a arrepentir."
Al principio me lo tomé en joda, le seguía el juego, le decía que ni en pedo, que yo quería estar con ella, que no me importaba nada. Pero con el tiempo, esa frase empezó a pesarme. Como si ella supiera algo que yo no. Como si ya hubiera visto el final de la historia y yo todavía estuviera en la introducción.
Y así, de a poco, mi chispa se fue apagando. No de golpe, no como una vela en un soplido, sino como un fuego que se queda sin leña. Empezaron los silencios largos, los mensajes más cortos, las respuestas sin emoción. No es que ya no me importara, es que sentía que estaba corriendo en un lugar sin meta.
Cuando ella se dio cuenta, ya era tarde. De repente empezó a escribir más, a preguntar qué pasaba, a querer recuperar lo que se estaba desmoronando. Pero el problema del amor es que cuando pierde ritmo, cuando se vuelve costumbre vacía, cuando el entusiasmo muere… no hay forma de revivirlo.
No sé si se arrepintió. No sé si de verdad me quería ahí o si simplemente tenía miedo de que un día, sin avisar, yo dejara de escribir. Pero hay algo que sí sé: nunca llegué a verla. Y capaz ella tenía razón. Capaz me hubiera arrepentido. Pero ahora lo único de lo que me arrepiento es de haber perdido el tiempo esperando que ella también quisiera.

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