Siempre tuve el corazón re noble, chabón
Yo siempre fui el que iba al frente, sin filtro, sin red, sin pensar si me iban a cagar después. Porque, ¿sabés qué? Así soy yo, loco, un corazón re noble, medio boludo capaz, pero siempre de verdad. No sé especular, no sé jugarla de canchero. Si te quiero, te lo digo. Si te extraño, te escribo. Si tengo algo para darte, te lo doy, aunque sea lo último que me quede.
El tema es que en este mundo de vivos, el que va con nobleza siempre queda de gil. Porque acá todo el mundo calcula, mide, juega a ver cuánto pone y cuánto se guarda. Yo no, loco. Yo pongo todo en la mesa, aunque del otro lado no haya nada. Porque prefiero perder dando, antes que quedarme con el pecho cerrado, como si vivir fuera una partida de ajedrez.
Y claro, me han pasado por arriba. Me comí historias donde terminé mirando el techo, preguntándome qué mierda hice mal. Pero no hice nada mal, ¿entendés? El problema no es ser noble; el problema es cruzarte con gente que no sabe recibir. Que no está lista para alguien que siente así, sin vueltas. Gente que tiene miedo de algo tan simple como que los quieran bien.
Pero escuchame, no cambiaría nada, eh. Porque tener el corazón noble te da algo que los otros nunca van a entender: dormir tranquilo, sabiendo que siempre fuiste real. Que no cagaste a nadie, que no jugaste con nadie, que cuando estuviste, estuviste de verdad.
Así que sí, chabón, soy de los que dan todo, aunque a veces duela. Y sí, capaz eso me deja con cicatrices. Pero prefiero mil veces un corazón roto que un corazón vacío. Porque al final del día, los que sienten de verdad son los que realmente viven. Y yo, loco, nací para eso: para vivir, para sentir, para ir al frente. Aunque me duela, aunque pierda. Porque al menos sé que fui yo, sin caretas, sin frenos. Re noble.
Comentarios
Publicar un comentario