Qué lindo conocerte, pero más lindo coincidir

 Mirá, conocer gente se puede todos los días, en cualquier lugar, en cualquier momento. Vivimos rodeados de caras nuevas, de nombres, de historias que aparecen y desaparecen como si nada. Pero de vez en cuando, cada tanto, te cruzás con alguien que te hace sentir algo distinto, alguien con quien no solo compartís un rato, sino que de verdad coincidís. Y eso, loco, es algo distinto, algo que te sacude, algo que te deja pensando.
Conocerte fue lindo, claro que sí. Fue una de esas sorpresas que no te esperás, de esas personas que llegan como al azar, como si el universo se hubiera puesto de acuerdo para que los caminos se cruzaran. Pero lo mejor no fue solo conocerte, lo mejor fue coincidir. Coincidir en esas charlas donde el tiempo se te escapa, en esos silencios cómodos que no cualquiera entiende, en las miradas que no necesitan explicación. Porque podés conocer a mil personas, pero coincidir, coincidir de verdad, eso pasa pocas veces.
Es raro, ¿no? Uno puede ir por la vida conociendo gente, y sin embargo sentir que algo falta, que no hay esa conexión, esa chispa que te hace bajar la guardia y abrirte sin pensarlo. Y ahí es donde entra la coincidencia, ese momento en que te das cuenta de que no estás hablando solo para llenar el aire, que el otro te escucha, que te entiende. Porque una cosa es conocerte, aprender tu nombre, tus gustos, tu historia. Pero otra cosa es sentir que, por primera vez, estás con alguien que va a tu ritmo, que está en la misma sintonía que vos.
Conocerte fue bueno, sí, pero coincidir fue lo que me cambió. Porque te encontré en el momento justo, cuando ninguno de los dos estaba buscando nada, cuando las cosas se dieron sin esfuerzo, sin expectativas, sin planes. Y eso es lo lindo, loco, que no hubo que forzar nada, que no tuvimos que pretender. Simplemente, estábamos ahí, en el lugar y en el momento indicados, y todo se dio de la manera más natural, más real.
Y no digo que vaya a ser para siempre, no sé hasta dónde lleguemos. Pero, ¿sabés qué? No importa. Porque a veces la vida se trata de eso, de coincidir aunque sea un rato, de saber que hubo un momento en que estuvimos en la misma página, que nos entendimos sin decir mucho. Que nos encontramos sin buscarnos, y que, aunque después cada uno siga su camino, ese cruce nos dejó algo, algo que no se borra fácil.
Porque la gente se conoce, se encuentra, y después se pierde. Pero coincidir es otra cosa. Coincidir es cuando las historias se tocan en el momento justo, cuando te das cuenta de que no tenés que ser nadie más que vos mismo, que la otra persona te ve, te entiende, te acepta. Y eso, loco, eso no pasa todos los días.
Así que sí, qué lindo conocerte, de verdad. Pero más lindo todavía fue coincidir. Porque encontrarse es fácil, pero conectar de verdad, eso es lo que hace que un simple cruce se vuelva inolvidable.

Comentarios

Entradas populares