Yo soy mas que un tuit
Nos volvimos locos, ¿no? Todo lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos, ahora tiene que entrar en 280 caracteres. ¿En serio? Me querés resumir en un par de palabras, en una foto con filtros o en una frase ingeniosa que subo un día al pedo. Como si eso fuera yo. Como si lo que soy de verdad, lo que llevo adentro, pudiera contarse en un puto tuit.
Pero no pupi. Yo soy más que eso.
Podés ver mis fotos, mis publicaciones, podés ver qué comparto, qué likeo, pero no tenés ni idea de quién soy realmente. Porque lo que subo, lo que muestro, es solo una partecita. Es la versión que elegí que veas. No te voy a subir mis quilombos, mis miedos, ni los días en los que me siento una mierda. Eso no vende, ¿no? Lo que vende es la imagen, lo que queda lindo, lo que te hace parecer que tenés todo resuelto. Y la verdad, nadie la tiene resuelta.
Todos jugamos a ser algo en las redes. Todos nos ponemos el disfraz de “todo bien, todo tranquilo”, mientras adentro hay días que nos estamos cayendo a pedazos. Y ahí vas, deslizando, leyendo un par de frases, sacando conclusiones de lo que creés que soy. Como si con un tuit supieras lo que siento, lo que pienso, lo que me duele. Pero no, loco. No me vas a conocer por lo que ves en una pantalla.
Yo soy más que un tuit. Soy más que una foto en Instagram o un estado en WhatsApp. Soy más que las canciones que comparto en Spotify o los memes que subo cuando estoy aburrido. Porque todo eso es solo una parte, es lo que dejo que veas. Pero el verdadero yo está en los momentos que no subo. En los días de mierda que no cuento. En las veces que me caí y nadie lo supo porque nunca lo publiqué.
El problema es que nos olvidamos de eso. Nos olvidamos de que somos personas, no personajes. Nos medimos por los likes, por los retuits, por cuántas personas vieron nuestra historia. Y es todo una gran mentira. Porque lo que importa, lo que somos de verdad, no se mide en corazones ni en números. Se mide en lo que hacemos cuando nadie nos ve, en cómo tratamos a los que nos rodean, en las cagadas que nos mandamos y en cómo nos levantamos después.
Así que no, no me quieras reducir a un par de frases, ni pienses que me conocés por lo que ves en mi perfil. Porque lo que soy va mucho más allá de lo que subo. Lo que soy está en el día a día, en las conversaciones que no se ven, en los gestos que no se postean. Y eso, no entra en 280 caracteres.
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