y llego alguien mas

 Pensé que me había quedado ahí, que después de vos ya no había más nada. Me comí la cabeza creyendo que nadie más iba a hacerme sentir lo mismo, que lo nuestro era insuperable. Pero, ¿sabés qué? Me equivoqué. Y menos mal. Porque cuando estaba más hundido en esa idea de que todo se había terminado, apareció alguien más. Y no sabés cómo me cambió la vida.
Al principio ni bola, te soy sincero. Todavía estaba enganchado con la idea de lo que fuimos. Creyendo que nada iba a estar a la altura. Pero esta persona llegó y me mostró que estaba equivocado, que todo lo que creía sobre el amor era una historia mal contada. Porque con vos, todo era un quilombo. Era puro sube y baja. Un día me hacías sentir en la cima, y al otro, me dejabas tirado. Pero yo ahí, aguantando, pensando que así era el amor. Como si amar fuera siempre una batalla.
Hasta que apareció alguien más.
Con esta persona fue distinto. Nada de vueltas, nada de hacerme dudar si estaba o no. Llegó y me demostró que el amor no es eso de estar todo el tiempo con el corazón en la mano, esperando a ver si el otro se decide. No. Esta vez fue todo claro, sin jueguitos. Me di cuenta de que lo que merecía era esto: alguien que me quiera como soy, que me elija todos los días sin hacerme sentir que estoy pidiendo demasiado.
Y ahí me cayó la ficha. Con vos, yo pensaba que amar era resistir, aguantar el chaparrón, bancarse los silencios y las dudas. Pero no. Eso no es amor. El amor, el de verdad, te da paz, no te vuelve loco. No tiene que ser una carrera a ver quién cede menos o quién tiene el control. Eso era lo que pasaba con nosotros. Y yo, como un gil, lo dejé pasar por mucho tiempo.
Ahora entiendo que el amor no tiene que ser tan complicado. No tiene que doler para ser real. Y cuando llegó esta persona, me hizo darme cuenta de que lo que pensaba que era lo mejor, en realidad, no lo era tanto. Que lo que creía que no iba a superar nunca, era solo la idea que me había inventado en la cabeza.
Y sabés qué, me alegro. Me alegro de que apareció alguien más. Alguien que no me dejó con esa sensación de estar en segundo plano, de tener que adivinar si estaba o no conmigo. Porque cuando te querés bien, cuando alguien llega de verdad, no hace falta andar luchando todo el tiempo. No hace falta estar peleando para que te elijan. Y eso lo entendí cuando apareció alguien más.
Así que, al final, lo que pensaba que era el final de todo, terminó siendo el principio de algo mejor. Porque siempre puede aparecer alguien más. Y si tenés suerte, es alguien que te elige de verdad, sin excusas, sin peros. Y eso, loco, vale más que todo lo que pensé que había perdido.

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