Primero me elijo a mi
¿Sabés lo que pasa? Que toda la vida me la pasé esperando que alguien me elija. Siempre ahí, haciendo malabares para caerle bien a todo el mundo, buscando que me quieran, que me valoren. Y en el medio de toda esa película, me fui olvidando de lo más importante: quererme yo. Posta, me puse último en la lista, y ¿para qué? Para que otros me dijeran que valgo la pena. Pero, ¿sabés qué? Así no va.
La verdad es que me costó darme cuenta. Me la pasé años pensando que el amor estaba en que otro te complete, que te rescate, que te levante. Y ahí estaba yo, dándolo todo, poniéndome al hombro los quilombos de los demás, mientras me iba quedando vacío. Y sí, loco, vacío. Porque nadie te enseña que antes de que alguien más te quiera, primero te tenés que querer vos.
Y ahí fue cuando me cayó la ficha. Mirate. No, posta, mirate. Siempre corriendo detrás de la aprobación de otros, como si tu valor dependiera de cuánto te quisieran. Como si el amor fuera una medalla que te da alguien más. Pero no pupi. El amor propio no es esperar que te elijan, es agarrar y decir: "Yo me elijo primero." Porque si no lo hacés vos, nadie lo va a hacer por vos.
Y ojo, no te hablo de mirarte al espejo y decirte frases bonitas, eh. Te hablo de dejar de poner excusas, de dejar de bancar cosas que te destruyen solo para no quedarte solo. Porque la soledad no es estar sin alguien, la soledad es perderte de vos mismo. Y yo me perdí un montón de veces, tratando de encajar, de que me acepten. Pero ya no. Ya fue.
Ahora, primero me elijo a mí. Y no es egoísmo, es saber que si no te ponés primero, siempre vas a ser el segundo de alguien más. Me cansé de esperar que alguien venga a levantarme, cuando lo que tenía que hacer era dejar de arrastrarme. Me cansé de conformarme con migajas, cuando yo valgo un banquete. Porque al final, si vos no te querés, ¿quién carajo lo va a hacer?
Ahora aprendí a decir no. A no aceptar menos de lo que merezco, a no pedir perdón por ser quien soy. Y si a alguien no le gusta, problema suyo. No voy a seguir achicándome para que otros se sientan grandes. Ya no. Me elijo porque me lo debo. Porque si no me elijo yo, me pierdo. Y no pienso volver a perderme.
Así que cuando alguien venga, va a ser para sumar, no para llenar vacíos. Porque esos vacíos ya los llené yo, a los golpes, aprendiendo a quererme como soy, con mis quilombos y todo. Y si nadie viene, está bien. Prefiero estar solo que mal acompañado de nuevo. Porque el amor más grande es el que me doy a mí mismo, y ese, no depende de nadie.
Comentarios
Publicar un comentario