Todo lo que no dije
Hay un montón de cosas que nunca te dije. Palabras que se me quedaron atragantadas, momentos que dejé pasar sin decir lo que realmente sentía. Es loco, ¿no? Cómo a veces el orgullo, o el miedo, nos juega en contra. Ahí estaba, queriendo decirte todo lo que significabas para mí, pero siempre me frenaba, como si tuviera tiempo de sobra para hacerlo más adelante. Al final, el “más adelante” nunca llegó. Te fuiste, y me quedé con todo eso guardado, revolviendo en mi cabeza las veces que podría haber dicho algo, hecho algo, pero no lo hice. Me acuerdo de tantas veces que estábamos juntos, hablando de cualquier cosa, y yo, en lugar de abrirme, me cerraba. Me hacía el que no me importaba, el que estaba todo bien, cuando en realidad me estaba muriendo por dentro. Y después, cuando ya no estabas, me di cuenta de que me equivoqué. De que todo eso que no te dije, ahora lo cargo como una mochila llena de piedras. Me puse a pensar en las cosas simples, esas que uno da por sentado cuando está con alguien: un “te quiero”, un “gracias”, un “me haces bien”. Cosas que parecen una boludez, pero que cuando no las decís, pesan un montón. Ahora, con el tiempo, aprendí que no hay que guardarse nada. Que si querés a alguien, tenés que decírselo, mostrarlo, porque nunca sabés cuándo va a ser la última vez que tengas la oportunidad. A veces, por hacerte el fuerte, por no mostrarte vulnerable, perdés lo más importante. Y eso, loco, es algo que no se recupera. Me hubiera gustado decirte tantas cosas. Que eras mi refugio en los días de mierda, que con vos me sentía en casa, que aunque a veces me costara demostrarlo, te necesitaba. Pero bueno, no lo hice. Y acá estoy, con la lección aprendida, pero con vos en la memoria, pensando en lo que pudo haber sido si hubiese tenido un poco más de coraje. El amor no se trata solo de sentirlo, sino de demostrarlo. Y eso es algo que me quedó grabado. No pienso volver a dejar pasar un momento sin decir lo que siento. Porque la vida es corta, y el amor, cuando es real, merece ser dicho en voz alta.
Así que, donde estés, espero que sepas que te quise. Que, aunque no lo dije en su momento, te llevé siempre en mi corazón. Y que, gracias a vos, entendí que las palabras no dichas son las que más pesan.
Comentarios
Publicar un comentario